Cuando le cambió la vida a don Raúl Ponce Aguiñaga, pensó que todo había terminado: perdió la movilidad, pero nunca la esperanza.
Con el apoyo del DIF Estatal y las terapias de la Dirección de Servicios Médicos, inició un camino lleno de esfuerzo, constancia y fe. Casi un año después, don Raúl volvió a moverse y a creer en la fuerza de su corazón.
En el DIF Estatal acompañamos historias que renacen, que inspiran y que nos recuerdan que siempre hay una segunda oportunidad.
Porque aquí la atención se convierte en esperanza, y la esperanza, en movimiento.
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